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Personajes
"Los Sitios" en la
literatura

Zaragoza 1808-1809, segundo centenario de los "sitios"


8. Las calles se tiñen de sangre

El 14 de Agosto las calles de Zaragoza fueron escenario de una batalla cruenta, despiadada, salvaje. Los franceses se lanzaron al asalto definitivo de la ciudad y, en una acción llevada a sangre y fuego, lograron entrar hasta el Coso, el corazón de la ciudad. Fue el día clave del primer sitio. Los zaragozanos, tras unas horas de pánico inicial, lograron mantener a raya a los franceses.

Al amanecer del 4 de Agosto, la artillería francesa abrumó a Zaragoza con 43 bocas de fuego, de las cuales 18 eran morteros u obuses. Enseguida cundió el pánico, se declararon varios incendios, muchos habitantes de los barrios corrieron hacia el centro y el gobernador hizo trasladar a la Lonja a enfermos, heridos y locos. Las tropas imperiales atacaron la ciudad por tres puntos. Una columna tenía como misión entrar por el monasterio de Santa Engracia y tomar unas cuantas casas; otra debía salir por una rampa practicada al lado del puente del Huerva y adueñarse de la puerta de Santa Engracia; y una tercera columna debía tomar la débil torre del Pino -una vieja finca tapiada, por donde hoy está Capitanía-, y, después, dividirse en dos para atacar de flanco Santa Engracia y la Puerta del Carmen.

La señal de asalto fue dada a la una de la tarde, cuando los sitiados llevaban ya varias horas sufriendo los efectos de las 43 bocas de fuego, y las llamas devoraban buen número de edificios.

En un primer momento lograron casi todos sus objetivos. Ya dentro de la ciudad, y siguiendo el código de la época, el general Verdier ofreció evitar el derramamiento de sangre, mandando un emisario con el mensaje de "Cuartel General de Santa Engracia: paz y capitulación", que fue respondido de forma contundente:"Cuartel General de Zaragoza: guerra a cuchillo". Grabado de Goya

Viendo ya a las tropas francesas corriendo por el Coso, muchos zaragozanos fueron presa del terror e intentaron salir de la ciudad por la puerta del Ángel y el Puente de Piedra. Pero el teniente de Caballería Luciano Tornos dio vuelta a un cañón ligero al otro lado del puente y, apuntándolo a los que huían, logró restaurar el orden y su regreso a la ciudad. Paralelamente, las columnas francesas que seguían avanzando en Zaragoza fueron detenidas en el Tubo y en el barrio de la Magdalena, donde se luchaba calle a calle, casa a casa.



"Solo el azar presidía este caos"

Los zaragozanos volviendo continuamente a las casas que dejaban atrás los franceses, perdidos en el laberinto del Tubo, lanzaban piedras desde los tejados y disparaban desde las ventanas o los respiraderos de las bodegas.

Según el ingeniero francés J. Belmas, la ciudad era "un volcán por las explosiones continuas que se producían. Se podían escuchar los gritos de los vencedores y de los vencidos, aquí la victoria, allí el desorden y la huida; amigos y enemigos combatían confusos y sin orden. Cada uno se defendía allí donde le atacasen y atacaba donde quiera que encontrase al enemigo; solo el azar presidía este caos. Las calles estaban atestadas de cadáveres; los gritos que se oían en medio de las llamas y del humo añadían todavía más horror a esta escena de desolación, y las campanas que sonaban en todas partes, parecían anunciar la agonía de Zaragoza. Por fin, tras siete horas del más pertinaz combate, llegó la noche y el fuego cesó". El ejército francés acabó la jornada con 462 muertos y más de 1.500 heridos.

Los dos bandos emplearon las horas siguientes en rearmarse y reforzar sus posiciones, y a la mañana siguiente se reanudaron las hostilidades. El Coso separaba a los dos bandos y, durante varias jornadas, la situación permaneció mas o menos estable. Se luchaba casa a casa y, por lo tanto, cualquier avance llevaba consigo muchas bajas. General Palafox

En medio de un calor agobiante, Palafox, que había abandonado la ciudad en las horas previas al 4 de Agosto, regresó el día 9 con 20 carros de armas y municiones y 4.000 hombres dispuestos a luchar. Fue recibido con un estallido de alegría. Además, la situación general del ejército napoleónico en España había hecho pensar en la posibilidad de que las tropas que combatían en Zaragoza tuvieran que destinarse a otros menesteres.

La batalla de Bailén (2.200 muertos, 400 heridos y 17.600 prisioneros para el bando francés, por 243 muertos y 735 heridos para el español), unida a la resistencia de ciudades como Zaragoza, estaba teniendo graves efectos que, aunque pasaban inadvertidos para los aragoneses en lucha contra los sitiadores, requerían singulares esfuerzos estratégicos para los militares franceses. En la segunda semana de Agosto, además, los soldados sitiadores parecían más interesados en el saqueo que en el combate.

Imágenes: Fundacion2008.com
Fuente: Heraldo de Aragón
Que al mismo tiempo está inspirada principalmente en dos libros:
- El diario de un funcionario judicial, Faustino Casamayor
- "Zaragoza 1808 y 1809. Los sitios vistos por un francés", de Jacques Belmas, jefe de un batallón de ingenieros.


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