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Personajes
"Los Sitios" en la
literatura

Zaragoza 1808-1809, segundo centenario de los "sitios"


15. Una paz en cautiverio

La Zaragoza de 1808 y 1809 tenía como una de sus principales arterias el Puente de Piedra, por donde entraba buena parte de los vegetales que abastecían a la ciudad. Fue escenario de cruentas batallas y, una vez finalizados los combates, en él se mató -acaso a bayonetazos- a los dos curas asesores de Palafox, Boggiero y Sas, cuyos cadáveres fueron arrojados al río.

El balance que hicieron los franceses sobre el segundo sitio es revelador. "(...) perdieron en torno a tres mil hombres de infantería que resultaron muertos o heridos -escribió Belmas-. Mil quinientos soldados convalecían en los hospitales y, cada día, morían gran cantidad de ellos a causa del tifus (...). La artillería disparó contra la plaza treinta y dos mil seiscientas balas, bombas y obuses; consumió sesenta y nueve mil trescientos veinticinco kilogramos de pólvora, sin incluir los nueve mil quinientos empleados en las minas (...). Un oficial murió y cinco resultaron heridos, diez suboficiales o soldados muertos y treinta heridos, dieciocho auxiliares de infantería quedaron fuera de servicio (...). Siguiendo los censos efectuados por las autoridades españolas, perecieron en Zaragoza, durante el sitio, cincuenta y tres mil ochocientos setenta y tres individuos, de los cuales al menos la mitad eran campesinos refugiados". Todo ello da idea de la magnitud de la batalla que se libró en las calles de Zaragoza. El coraje de los aragoneses acabó claudicando ante la estrategia muy bien calculada de los franceses; además Palafox no estuvo especialmente brillante en la dirección de los movimientos de las tropas.

La caída de Zaragoza fue sucedida por una paz dolorosa, sangrante. Con buena parte de los edificios notables de la ciudad prácticamente reducidos a escombros, miles de cadáveres en las calles y epidemias que diezmaban a los ya débiles supervivientes, se tuvo que encarar la reconstrucción urbana sin los medios económicos necesarios para ello. Además, los soldados del bando vencedor no dudaron en entregarse al pillaje, incluso de manera oficial: entre otros expolios importantes, fue esquilmado el tesoro de la Virgen del Pilar como compensación de guerra. Y también se cometieron iniquidades, como el asesinato del cura escolapio Boggiero y del presbítero Sas, consejeros de Palafox, cuyos cuerpos fueron arrojados al Ebro.

En Mayo de 1.809 fue nombrado Louis-Gabriel Suchet como máxima autoridad en Aragón, quien puso manos a la obra para intentar devolver la vida a lo que era más un paisaje de ruinas que una ciudad habitable. Hizo nombramientos para la administración civil, ordenó los desescombros, se reabrieron las escuelas e intentó volver a reabastecer de forma rápida a la ciudad de los víveres y productos de primera necesidad.

Fruto de esa intención de aparentar normalidad, o incluso mejor que meses atrás, fue la frecuente organización de fiestas y bailes de sociedad en los que las nuevas élites sociales tenían una nutrida presencia y papel destacado. El gobierno francés duró hasta Agosto de 1.813.

Pero en el resto de Aragón el panorama era muy distinto. De hecho, Lannes aprovechó el sometimiento de Zaragoza para intentar aplacar con la misma rapidez otras plazas cercanas que podían poner en peligro esa paz endeble. Se tomó la ciudadela de Jaca prácticamente sin disparar y así quedó establecida una línea directa de comunicación con Francia; envió a Grandjean a Alcañiz, que luego conquistó Caspe; y a Mortier a Fraga con fines similares... Con el territorio del actual Aragón relativamente pacificado, Lannes recibió la orden de regresar a Francia para tomar parte en la campaña que iba a iniciarse contra Austria. El imperio napoleónico tenía tal cantidad de necesidades que las tropas experimentadas no podían permanecer mucho tiempo en el mismo lugar.



La guerrilla sigue hostigando a los franceses

Y todos esos movimientos, además, no hacían sino favorecer la táctica de la guerrilla. Una vez sometido el país, todos los que no habían querido jurar fidelidad al rey impuesto se habían ido organizando en torno a partidas guerrilleras con líderes como Vicente Moreno Baptista, Espoz y Mina, Jerónimo Merino, Julián Sánchez "el Charro", o Juan Martín "el Empecinado". Mantener el control del país le estaba resultando excesivamente caro a Napoleón, que no disponía de fuerzas suficientes para sostener la campaña en Rusia y se veía obligado a enfrentarse a Austria. Peleado con media Europa, apenas alcanzaba para mantener las líneas en todos los frentes abiertos.

Así que, cuando en teoría era más fuerte y su ejército más numeroso y experimentado, en realidad era mas débil. En Julio de 1.812, Wellington, al mando de un ejército angloportugués y emprendiendo marcha desde Portugal, logró una victoria contundente en Ciudad Rodrigo y, luego, otra en los Arapiles. Cuando se acercó a Madrid, el "rey intruso", José I, huyó precipitadamente a Valencia, lo que puso de manifiesto la debilidad de la presencia francesa en la península. Tras un contraataque, volvió a Madrid, pero una nueva retirada de las tropas permitió a las fuerzas aliadas derrotar a los franceses en Vitoria -lo que Beethoven celebró con una pieza- y San Marcial, después de expulsar a José Bonaparte de Madrid, adonde ya no regresó.

Fernando VII pactó con Napoleón la recuperación de su corona, tras firmar la paz con Francia, regresó a España el 14 de Marzo de 1.814. Visitó Zaragoza, que lo acogió alborozada. Y, al poco, restableció el absolutismo. Comenzaba así una nueva y triste etapa de la historia de España.

Imágenes: Fundacion2008.com
Fuente: Heraldo de Aragón
Que al mismo tiempo está inspirada principalmente en dos libros:
- El diario de un funcionario judicial, Faustino Casamayor
- "Zaragoza 1808 y 1809. Los sitios vistos por un francés", de Jacques Belmas, jefe de un batallón de ingenieros.


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