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Personajes
"Los Sitios" en la
literatura

Zaragoza 1808-1809, segundo centenario de los "sitios"


4. La derrota de los franceses inicia el sitio

Conocida también como la puerta de Baltax, la del Carmen es un icono de los Sitios de Zaragoza. Tanto, que son muchos los que creen que allí tuvo lugar el cañonazo de Agustina de Aragón. Y no fue así. Pero si que fue esa puerta, construida poco más de 10 años antes de los Sitios, uno de los primeros puntos por el que los franceses intentaron entrar en la ciudad.

En la tarde del 15 de Junio los franceses se acercaron a Zaragoza bajando por Torrero. Previamente ya habían cosechado victorias en Tudela, Mallén y Alagón. Pidieron la rendición, se les negó y, casi sobre la marcha, intentaron hacerse con la ciudad lanzando un ataque simultáneo en tres puntos: el cuartel de Caballería del Portillo, Santa Engracia y la Puerta del Carmen. La estrategia, un tanto improvisada, tenía su razón de ser: las estructuras defensivas de Zaragoza eran tan inconsistentes que prácticamente cualquier ataque tenía posibilidades de éxito.

Pero el mando francés no podía prever la dura respuesta de los defensores, que lo mismo luchaban cuerpo a cuerpo que lanzaban ladrillos desde los tejados, o peleaban a ras de tierra acuchillando a los caballos de los soldados invasores. Se defendían con uñas y dientes.

Los zaragozanos, según señala Casamayor, "lograron irlos retirando a vivo fuego, alcanzando la más brillante victoria que se ha visto en unos hombres no hechos a las balas, y sin tener jefe ni timón, sino el verdadero amor a la Religión, y a la Patria". La resistencia fue feroz: hombres y mujeres pelearon codo con codo contra los invasores y, aunque estos lograron entrar en la ciudad varias veces y por distintos puntos, al final consiguieron rechazarlos. No hubo tanto desgobierno ni improvisación como dice el cronista. Los Fusileros del Reino, al mando del coronel Antonio Torres, tuvieron un papel decisivo en el resultado de la batalla. A las 7 de la tarde los franceses se retiraban a Casablanca, tras una tarde aciaga en la que murieron más de 700 de sus soldados.

El "Diario de Zaragoza" editorializaba: "El 15 de Junio hará conocer a toda Europa vuestras hazañas, y la historia las recordará con admiración. Habéis sido testigos oculares de nuestros triunfos, y de la derrota completa de los orgullos franceses que osaron atacar nuestra capital". Durante los diez días siguientes se vivió una calma más o menos aparente. Hubo alguna escaramuza aislada, se tomaron prisioneros, se dispararon los cañones, pero no se registraron enfrentamientos especialmente sangrientos. El sitio estaba técnicamente definido y ambos bandos intentaron hacer acopio de pertrechos para la que se presumía la batalla final.



Un bombardeo constante sobre la ciudad

Pero era solo eso, aparente, porque el resto de Aragón estaba en llamas. Palafox creyó que podía vencer al ejército francés en campo abierto y lanzó desde Belchite una maniobra envolvente sobre las tropas que estaban en Épila. Pero fracasó y tuvo que recogerse, junto a las fuerzas que recuperó de la derrota, en Zaragoza.

El día 24 concluyeron los trabajos de fortificación de las principales puertas de acceso a la ciudad, con fosos, parapetos, empalizadas de sacos de tierra y artillería. La población había recogido todas las piedras y ladrillos de los edificios ruinosos para utilizarlos como proyectiles, y fundía metales para fabricar munición. Todos los ciudadanos, coordinados por Lorenzo Calvo de Rozas, participaban en las tareas de aprovisionamiento de la ciudad.

Mientras, los franceses colocaron dos cañones en la Torre Bernardona y, desde allí, dispararon sobre los edificios de la ciudad, hasta que se les obligó a huir. Volvieron a atacar por la Puerta de Sancho y, rechazada su acometida, se hicieron fuertes en la Torre de Santo Domingo de la Almozara, donde estuvieron haciendo fuego durante varias horas. Por la tarde hubo combates sangrientos en Torrero.

El día 26 volvió a imperar en la ciudad una especie de calma chicha. A la mañana siguiente se supo que los franceses habían traído por el Canal Imperial un enorme cargamento de bombas y granadas que pensaban arrojar sobre la ciudad. La noticia obligó a adoptar medidas excepcionales. Y a las 2 de la tarde tuvo lugar una de las tragedias mas espantosas que había vivido Zaragoza. Mientras se procedía al traslado en carros de la pólvora que se guardaba en el Seminario al convento de San Agustín, la chispa de un cigarro causó una explosión devastadora. La detonación, que se escuchó a muchos kilómetros de distancia, no solo acabó con la vida de todos los que participaban en el traslado de la pólvora. También derribó varios edificios del Coso y, con ello, causó la muerte de sus ocupantes. Dicen las crónicas que no quedó "un vidrio sano" en la ciudad, que se volcó en la atención de los supervivientes sin descuidar las medidas defensivas ante los invasores. Al día siguiente, durante el desescombro, se encontró entre las ruinas el copón del Seminario, que fue trasladado en procesión a la iglesia de la Magdalena.

Imágenes: Fundacion2008.com
Fuente: Heraldo de Aragón
Que al mismo tiempo está inspirada principalmente en dos libros:
- El diario de un funcionario judicial, Faustino Casamayor
- "Zaragoza 1808 y 1809. Los sitios vistos por un francés", de Jacques Belmas, jefe de un batallón de ingenieros.


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