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Más frases de William Hazlitt (103)

• La diferencia entre la vanidad de un francés y la de un inglés es esta: el uno piensa bien de todo lo que es francés, mientras que el otro piensa mal de todo lo que no es inglés.

• Las palabras son las únicas cosas que duran para siempre; son más duraderas que las colinas eternas.

• Los sacrificios no son sacrificios cuando se pagan mil veces.

• Infinitas son las mortificaciones del mero intento de salir de la oscuridad; innumerables los fracasos; y mayores y más mortificantes aún las vicisitudes y los atormentadores acompañamientos del éxito.

• Cuando estamos más ocupados es cuando tenemos más tiempo para divertirnos.

• Nunca tendrá verdaderos amigos aquel que tiene miedo de hacer enemigos.

• El buen humor es un patrimonio para toda la vida.

• Los grandes reveses de la fortuna son los más fáciles de sobrellevar, porque van acompañados de cierto aire de elevada dignidad.

• Las mujeres se vuelven hermosas mirándose en el espejo.

• Nunca emplearemos más acertadamente nuestros vicios que en combatir a los unos con los otros.

• El pensamiento depende del ejercicio habitual de las facultades especulativas; la acción, de la determinación de la voluntad. El primero asigna razones para las cosas, el otro pone causas para actuar.

• Nunca estamos tan dispuestos a pelear con los demás como cuando estamos insatisfechos con nosotros mismos.

• La mejor clase de conversación es la que puede llamarse pensar en voz alta.

• ¿No tengo razón para odiarme y despreciarme a mí mismo? De hecho lo hago; y principalmente por no haber odiado y despreciado lo suficiente al mundo.

• Los hombres de genio no sobresalen en ninguna profesión porque trabajen en ella, sino que trabajan en ella porque sobresalen.

• Las personas más sensatas que se encuentran en la sociedad son los hombres de negocios y del mundo, que argumentan a partir de lo que ven y saben, en lugar de tejer distinciones de telaraña sobre cómo deberían ser las cosas.

• Hay quienes, con este mismo fin, se marchan a la costa y cargan con ellos la metrópoli; yo prefiero un espacio vital mayor y menores estorbos.

• Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo.

• Cuando una cosa deja de ser objeto de controversia, deja de ser un asunto de interés.

• La muerte es el mayor mal, porque acaba con la esperanza.

• El amor de la libertad es amor a otros; el amor del poder es amor de nosotros mismos.

• La gente no educada es hipócrita.

• En cuanto una persona carece de delicadeza, te tiene en su poder.

• El que no se contenta con la suprema perfección, nunca tendrá éxito ante sí ni ante los demás.

• Al mundo le encanta divertirse con profesiones huecas, ser engañado por apariencias halagadoras, vivir en estado de alucinación; y puede perdonar todo menos la verdad clara, franca, simple y honesta.

• Nos cansamos de todo menos de ridiculizar a los demás y felicitarnos por sus defectos.

• El asiento del conocimiento está en la cabeza; de sabiduría, en el corazón. Estamos seguros de juzgar mal, si no nos sentimos bien.

• Hay pocas cosas en las que nos engañamos más que en la estima que profesamos tener por nuestros amigos. Es poco mejor que una pieza de charlatanería. La verdad es que pensamos en ellos como nos place, es decir, según nos plazcan o nos desagraden.

• El estilo florido es el reverso de lo familiar. El último se emplea como un medio sin adornos para transmitir ideas; se recurre al primero como un velo de lentejuelas para ocultar la falta de ellas. Cuando no hay nada que poner por escrito sino palabras, cuesta poco tenerlas bien.

• El buen temperamento es un patrimonio para toda la vida.

• El hombre es un animal que se alimenta de adulaciones.

• El arte de conversar es el arte de oír tanto como el de ser oído.

• Como es nuestra confianza, es nuestra capacidad.

• No estamos satisfechos con tener razón, a menos que podamos demostrar que otros están totalmente equivocados.

• El menor dolor en nuestro dedo meñique nos produce más preocupación e inquietud que la destrucción de millones de nuestros semejantes.

• Una cosa no es vulgar por el mero hecho de ser corriente.

• La peor vejez es la del espíritu.

• Mira hacia arriba, ríe fuerte, habla en grande, mantén el color en tus mejillas y el fuego en tus ojos, adorna tu persona, mantén tu salud, tu belleza y tu espíritu animal.

• El fanatismo moderno prospera en proporción a la cantidad de contradicciones y tonterías que vierte en las gargantas de la multitud boquiabierta, y la jerga y el misticismo que ofrece a su asombro y credulidad.

• No podemos leer las mismas obras para siempre. Nuestra luna de miel, aunque nos casemos con la Musa, debe llegar a su fin; y es seguido por la indiferencia, si no por el disgusto.

• Me gusta más un amigo cuando tiene defectos de los que uno puede hablar.

• La presente es una era de habladores, y no de hacedores; y la razón es que el mundo está envejeciendo. Estamos tan avanzados en las artes y las ciencias que vivimos en retrospectiva y nos regocijamos en los logros del pasado.

• Todo el arte de entrenar consiste en dos cosas, ejercicio y abstinencia, abstinencia y ejercicio, repetidos alternativamente sin fin.

• El hombre es el único animal que ríe y llora, porque es el único que percibe la diferencia entre lo que las cosas son y lo que deben ser.

• La esperanza es la mejor posesión. Nadie es tan miserable como los que están sin esperanza.

• El genio, al igual que la humanidad, se oxida por falta de uso.

• La única manera de reconciliarse con las viejas amistades es apartarse de ellas para siempre.

• Los que no saben dejar pasar la oportunidad de decir algo ingenioso, no merecen se les confíe la ejecución de ningún asunto importante.

• En cuanto a mis viejas opiniones, estoy harto de ellas. Y claro que tengo razón, pues me han desilusionado tristemente.

• La edad en la que vivimos es la de la crítica; la didáctica es paradójica y romántica, pero no es dramática.

• El mayor propósito de viajar es reemplazar una mente vacía por una abierta.

• Es un hipócrita el que profesa lo que no cree; no el que no practica todo lo que quiere o aprueba.

• Dame el cielo azul claro sobre mi cabeza, y el césped verde bajo mis pies, un camino sinuoso delante de mí, y tres horas de marcha hasta la cena, ¡y luego a pensar!

• Lo que cualquiera lleva mucho tiempo aprendiendo sin quererlo, lo desaprende con proporcional afán y prisa.

• El reposo es necesario para grandes esfuerzos, y el que nunca está ocioso, ¡trabaja en vano!