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Antonio Porchia

Antonio Porchia, italiano de nacimiento y argentino de corazón y adopción, fue un célebre escritor de aforismos. Nació en Calabria en 1885. Quince años más tarde fallecía su padre regalando, en un solo instante y como confiesa en uno de sus aforismos, 50 años de vida a su niñez; su madre, sola y al cuidado de siete hijos, se marcha con seis de ellos a Argentina.

Al morir su padre, se vio obligado a dejar la escuela y comenzar a trabajar para ayudar a la familia pero su situación era tan precaria que su madre tomó la decisión de emigrar; ya en Buenos Aires, trabajó como carpintero y tejedor de cestas. Después compró una imprenta con uno de sus hermanos y trabajó en ella hasta que la abandonó en 1936.

   Colaboró en alguna publicación de izquierdas y fundó la Asociación de Arte y Letras Impulso, fueron precisamente sus compañeros en la asociación quienes lo animaron a reunir sus aforismos en una única obra. Así nació la primera edición de Voces en 1943.

La segunda edición de Voces incluye nuevos aforismos y cayó en manos del célebre crítico literario francés Roger Caillois quien tradujo la obra de Porchia al francés, también sería traducido al alemán y al inglés.
   A principio de los años 50 sufrió una grave caída, el golpe en la cabeza fue tal que estuvo en coma y llegó a ser operado de un coágulo, pero logró recuperarse. No sería hasta 10 años más tarde cuando sufriría una recaída de la que no se recuperaría, falleció en abril de 1968.

Fuente: loff.it

Frases y citas de Antonio Porchia (103)

• A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad.

• La razón de todos es un monstruo y la razón de uno... Es la razón de uno.

• Dirán que andas por un camino equivocado, si andas por tu camino.

• Han dejado de engañarte, no de quererte. Y te parece que han dejado de quererte.

• Un poco de ingenuidad nunca se aparta de mí. Y es ella la que me protege.

• Quien perdona todo ha debido perdonarse todo.

• Sí, están equivocados, porque no saben. Y si supieran... Nada. Ni estarían equivocados.

• Mis ojos, por haber sido puentes, son abismos.

• Desde hace mil años que me pregunto: ¿qué haré ahora? Y aún no necesito responderme.

• Cuando tú y la verdad me hablan, no escucho a la verdad. Te escucho a ti.

• Hallarás la distancia que te separa de ellos, uniéndote a ellos.

• Lo profundo, lo más profundo, lo encontré en el fondo de tus ojos.

• Por lo que doy la vida, a veces no daría nada, pero siempre doy la vida.

• Las alturas guían, pero en las alturas.

• A veces creo que el mal es todo y que el bien es sólo un bello deseo del mal.

• Una flor en la mano muere, apagando una estrella.

• El mal no lo hacen todos, pero acusa a todos.

• El frío es un buen consejero, pero es frío.

• Dios mío, casi no he creído nunca en ti, pero siempre te he amado.

• Mis partículas de tiempo juegan con la eternidad.

• Sí, es entrando en todo como voy saliendo de todo.

• Tenemos un mundo para cada uno, pero no tenemos un mundo para todos.

• Siento que me repito cuando repito al otro, no cuando me repito a mí.

• La primavera del espíritu florece en invierno.

• No me hables. Quiero estar contigo.

• Una luz que alumbra muchos caminos, no alumbra un camino.

• Me sepulto en cualquier parte y moriré... Quién sabe dónde.

• El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como el mañana.

• Qué te he dado, lo sé. Qué has recibido, no lo sé.

• Vengo de morirme, no de haber nacido. De haber nacido me voy.

• Mi padre, al irse, regaló medio siglo a mi niñez.

• No hallé como quien ser, en ninguno. Y me quedé, así: como ninguno.

• Lo que dicen las palabras no dura. Duran las palabras. Porque las palabras son siempre las mismas y lo que dicen no es nunca lo mismo.

• Cien hombres, juntos, son la centésima parte de un hombre.

• La razón se pierde razonando.

• Pequeño es aquel que para mostrarse, esconde.

• Mi corazón me duele a mí. Y no debiera dolerme a mí, porque no vive de mí, ni vive para mí.

• Sí, esto está mal. Pero estuvo bien. Y ahora no comprendo cómo pudo estar bien. Y ahora no comprendo cómo puede estar mal.

• Creen que moverse es vivir. Y se mueven, no para vivir. Se mueven para creer que viven.

• Con las palabras que no he dicho he desarmado mis armas.

• Antes de recorrer mi camino yo era mi camino.

• Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

• Cuando rompo algunas de las cadenas que me encadenan, siento que me disminuyo.

• Si yo fuese como una roca y no como una nube, mi pensar, que es como el viento, me abandonaría.

• Cuando tu dolor es un poco mayor que mi dolor, me siento un poco cruel.

• Todo es como los ríos, obra de las pendientes.