Frases célebres

Buscar frases por:

Autores

Temas

Proverbios

Más frases de André Maurois (119)

• Los caprichos pueden ser perdonados, pero es un crimen despertar una pasión duradera para satisfacer un capricho.

• Un libro es un regalo estupendo, porque muchas personas sólo leen para no tener que pensar.

• Al demostrar a los fanáticos que se equivocan no hay que olvidar que se equivocan aposta.

• Quién quiere cambiar siempre encontrará una razón para cambiar.

• Los intereses transigen, las conciencias no.

• Cultura es lo que queda después de haber olvidado lo que se aprendió.

• No decir más de lo que haga falta, a quien haga falta y cuando haga falta.

• La confidencia descubre quién era o no digno de ella.

• Un matrimonio dichoso es un edificio que debe rehacerse cada día.

• La mayor parte de los seres tiene que estar conquistando y reconquistando incesantemente al ser que desea, que no se ofrece a ellos sin combate.

• No basta tener espíritu. Además, hay que tener suficiente espíritu para evitar tener demasiado.

• El hombre no es ni ángel ni bestia; afortunadamente, cuando hace de ángel hace un poco menos de bestia.

• A veces, ante la mala manera de ser de los otros, uno se siente orgulloso de ser uno mismo y no otro.

• En amor pueden ser más atrevidos los gestos que las palabras; asustan menos.

• Hay un arte de contradecir que es la más refinada adulación.

• La vida es un juego del que nadie puede en un momento retirarse llevándose sus ganancias.

• Sólo hay una verdad absoluta: que la verdad es relativa.

• Una ilusión eterna, o por lo menos que renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de ser una realidad.

• Lo que mas separa a las personas es, sin duda, que unos vivan en el pasado y otros en el presente.

• Hay que desconfiar de la fuerza cuando se obtiene por medios artificiales.

• Los seres más mediocres pueden ser grandes sólo por lo que destruyen.

• Todo deseo estancado es un veneno.

• El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza.

• Para morir de amor hay que tener tiempo.

• Los azares de la vida son tales, que toda eventualidad se hace posible.

• Es siempre absolutamente imprescindible saber distinguir lo que es posible de lo que no lo es.

• El peligro de nuestra época está en que hay escritores que creen, de buena fe, que defender el amoralismo, la apatía, la ley de la jungla o el arte infernal, es signo de valentía.

• El amor absoluto no existe, como no existe el gobierno perfecto.

• La civilización no es más que la aceptación por parte de los hombres de convenciones comunes.

• Observando el vocabulario de una mujer, se puede reconstruir la serie de sus amantes, del mismo modo que Cuvier, por el aspecto de algunos huesos, diseñaba monstruos ignotos.

• Una vida grande nace del encuentro de un gran carácter y una gran casualidad.

• La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta.

• Las huellas del hombre sobre el hombre son eternas y ningún destino se ha cruzado impunemente con el nuestro.

• Amamos a aquellas personas que destilan una extraña esencia, que es la que nos falta para tener un compuesto químico equilibrado.

• En literatura, como en genética, los cruzamientos son saludables.

• El miedo es el más peligroso de los sentimientos colectivos.

• El amor físico es un instinto natural, como el hambre y la sed; pero la permanencia del amor no es un instinto.

• ¿Qué hace falta para ser feliz? Un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas, un vientecillo tibio, la paz del espíritu.

• En los comienzos de un amor, los amantes hablan del porvenir; en su declive, hablan del pasado.

• Entre su alma y la de un niño no había más diferencias que algunas cicatrices.

• No importa que una satisfacción sea falsa cuando se cree que es verdadera.

• Precisamente porque el destino es inmutable, la suerte depende de nosotros mismos.

• El genio del amor consiste en poner, en la unión, una diaria novedad.

• Lo único importante es la conversación para obtener una cosa de otro, es tenacidad, voluntad y hablar, machacar. Siempre sucumbe el más débil.

• Lo que los hombres tardan más en perdonaros, es el mal que de vosotros han dicho.

• Las leyes no son crueles ni suaves; son inmutables, y, como tales, previsibles, cuadros fijos en cuyo interior incumbe al hombre diseñar lo mejor que sepa su destino.

• Todo artista es tan múltiple que el crítico no puede dejar de encontrar en él lo que busca resueltamente y a priori.

• Las mujeres son como los caballos: hay que hablarles antes de ponerles las bridas.

• El artista se diferencia de los otros mortales en que él ofrece al sarcasmo público no sólo su físico y su moral, sino su obra.

• El sufrimiento despierta al espíritu, el infortunio es el camino de la sensibilidad y el corazón crece en la congoja.

• El origen de todos los males es la codicia.

• El amor a lo don Juan no es más que afición a la caza.

• Hay que resistir siempre. nunca se es vencido del todo.

• Nos place la franqueza en aquellos que nos quieren bien. La franqueza de los demás se llama insolencia.

• Los hombres verdaderamente viriles aman el choque de los espíritus, como los héroes amaban el choque de las espadas.

• Hay hombres que aman la guerra y el café sólo porque a ambos se va sin la mujer.

• El mayor encanto de la cultura literaria es que humaniza el amor.

• Los enamorados creen siempre, y por error, que su amor ha nacido gracias al encuentro de un ser excepcional. La razón es más bien que el amor preexistente busca su objeto en el mundo y, si no lo encuentra, lo crea.

• Si conociéramos a los demás como a nosotros mismos, sus acciones más reprochables nos parecerían dignas de indulgencia.

• El primer deber del hombre es desarrollar todo lo que posee, todo aquello en que él mismo pueda convertirse.

• Nada resiste tanto como lo provisional.

• Nada nos puede impedir sentir esta maravillosa felicidad de ser preferidos a otros.

• Un rey derrotado siempre es un rey; pero un revolucionario derrotado es un rebelde o un traidor.

• El primero y más difícil problema que un buen bibliófilo debe resolver es éste: formar una excelente biblioteca con cuantos menos libros sea posible.