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Más frases de Enrique Jardiel Poncela (122)

La sinceridad la inventó uno que quería amargarle la vida al prójimo.
En cuestiones de amor la mujer y el hombre somos ferrocarriles de trayecto limitado, y como la existencia es un viaje muy largo se ve uno obligado a cambiar varias veces de tren.
La vida es tan amarga que abre las ganas de comer.

El espiritismo se inventó para que los médicos pudieran hablar con su clientela.
La sinceridad es el pasaporte de la mala educación.
En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen; la gran mayoría de los sueños se roncan.
Los cobardes prefieren la paz a la victoria.
No hay mejor fragata que un libro para llevarnos a tierras lejanas.
Todo hombre de ingenio tiene en su haber las ingeniosidades que él inventa, más las ajenas que se le atribuyen.
La amistad, como el diluvio universal, es un fenómeno del que todo el mundo habla, pero que nadie ha visto con sus ojos.
En general, los hijos no empiezan a querer a sus padres hasta pasados los treinta años.
¿Quién dijo que cuesta más vestir a una mujer que desnudarla?
Si el hombre supiera divertirse no sentiría la necesidad de trabajar.
La vejez es un exceso que aumenta por días.

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Los muertos son dóciles, pero muy estirados.
El médico de cabecera está siempre a los pies de la cama.

El que va acompañado de una linda mujer sabe que los amigos hallados en la calle tienen siempre más cosas que decir que cuando vamos solos.
Este aforismo deslumbrador que yo lancé hace bastantes años a la circulación ha tenido tanto éxito que yo mismo me he visto obligado a elogiarlo varias veces: todas las que lo he visto publicado con la firma de otro escritor cuidadosamente puesta debajo.
El amor, el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria.
El hombre rara vez es sincero cuando afirma haber obtenido los favores de una mujer; la mujer rara vez es sincera cuando niega haber concedido sus favores a un hombre.
La verdad se parece mucho a la falta de imaginación.
Cuando el trabajo no constituye una diversión, hay que trabajar lo indecible para divertirse.
Para hacer una vida higiénica que beneficie a la salud hay que tener una salud a prueba de bomba.
Sin creer puede vivirse; sin crédito es imposible.

Comúnmente se piensa en la muerte como en una exposición de escultura: suponiendo que va a ir a ella todo el mundo menos uno mismo.
El hombre que se ríe de todo es que todo lo desprecia. La mujer que se ríe de todo es que sabe que tiene una dentadura bonita.
Para no fracasar en Arte, hay que tener en cuenta que el público es más bruto que uno.
Para ser moral basta proponértelo; para ser inmoral hay que poseer condiciones especiales.
Todo el mundo hace caso a los barómetros, menos el tiempo.
Sólo gusta la música que ya se conoce.
La única perseverancia común a todos los hombres es el crecimiento.
Se llama experiencia a una cadena de errores.

Los dentistas, como los toreros, se pasan la vida pinchando en hueso.
La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo.
En cuestión de arte, la opinión ajena debe escucharse siempre y no obedecerse nunca.

No hay nadie que viva tan preocupado por el dinero como los ricos, si se exceptúa a los pobres.
La medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas.
La “vida fácil” suele ser la más difícil.
El amor es como un hoyo; crece a merced de grandes trabajos, termina con el último esfuerzo, y para que quede tal como estaba, necesita que se le eche mucha tierra encima.
Un buen amigo os dirá siempre la verdad: salvo en el caso de que la verdad sea agradable.
El teatro es un gran medio de educar al público, pero el que hace un teatro educativo se encuentra siempre sin público al que poder educar.
La mujer es como los autos, a la vejez es cuando más se pintan.
En arte, lo verdaderamente original repugna a las masas.
El fin de la religión, de la moral, de la política, del arte, no viene siendo desde hace cuarenta siglos más que ocultar la verdad a ojos de los necios.

Ganarás el pan con el sudor del de enfrente.
La principal virtud del trabajo es la de hacer olvidar que se vive.

Todo hombre que no tiene gana de trabajar se erige en jefe para organizar y vigilar el trabajo de los demás.
Los hombres sólo se unen con sinceridad socialmente cuando se trata de reventar a un tercero.
Por severo que sea un padre juzgando a un hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a un padre.
La mujer adora al hombre igual que el creyente adora a Dios; pidiéndole todos los días algo.
Al amor, al baño y a la tumba, se debe ir desnudo.
No dimitas jamás. Es más cómodo ser pueblo que gobernante, marinero que capitán, enfermo que médico y niño que ama de cría.
Las casas de los dentistas y los teatros de variedades se parecen en que las estrellas se ven al final.
Patrimonio es un conjunto de bienes; matrimonio es un conjunto de males.
Un poeta nunca es rotundamente sincero.
La vida es con frecuencia terriblemente desagradable; pero por muy desagradable que la vida sea, no hay vida tan agradable como la vida que pasa un hombre que estima que lo más agradable de la vida es la vida.
El amor es como una goma elástica que dos seres mantienen tirantes, sujetándola con los dientes; un día, uno de los que tiraban se cansa, suelta, y la goma le da al otro en las narices.

La enfermedad que obliga a pasar más horas en la cama es una amante bonita.
Un médico inteligente sólo debe aceptar enfermos leves.
Hay una moralidad sexual y otra económica; la primera se derrumba ante la segunda, y la segunda se derrumba ante la primera.

Al teatro voy a darle un padre llamado humorismo y una madre llamada poesía, de los cuales sólo puede nacer el humorismo auténtico.
El abrazo de una mujer puede no dejar huella ninguna en en alma, pero siempre deja alguna huella en la solapa.
La sociedad es un organismo podrido que se conserva bajo el hielo de la hipocresía.
Los músicos no leen música ajena más que cuando se disponen a escribir música propia.