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Daniel Defoe

Daniel Defoe fue un escritor y periodista inglés que nació en Londres alrededor de 1660.

    Abandonó la carrera eclesiástica para dedicarse al comercio, primero en una empresa textil, hasta 1692, y luego en otra de ladrillos, actividades que propiciaron frecuentes viajes por Europa. En 1695 entró a formar parte del gobierno, y en 1701 obtuvo cierto éxito con El verdadero inglés, novela en la que atacaba los prejuicios nacionales en defensa de su admirado rey Guillermo III, de origen holandés.

En 1719 publicó su primera obra de ficción, Vida y extraordinarias y portentosas aventuras de Robinsón Crusoe de York, obra con la que obtuvo una gran popularidad.

En 1722 publicó Fortunas y adversidades de la famosa Moll Flanders, considerada la primera gran novela social de la literatura inglesa, centrada en la vida de una prostituta.
    Daniel Defoe falleció el 24 de abril de 1731 en Londres, Reino Unido.

Fuente: biografiasyvidas.com

Frases y citas de Daniel Defoe (50)

• Todos los males han de ser juzgados pensando en el bien que traen consigo y en los males mayores que pueden acechar.

• No experimentamos las ventajas de un estado hasta que probamos los sinsabores de otros. No conocemos el valor de las cosas hasta que nos vemos privados de ellas.

• Todas las cosas buenas de este mundo no son buenas más que por el uso que hacemos de ellas; y que las disfrutamos tanto cuando nos sirven como cuando las juntamos para dárselas a otros, pero no más.

• Creo que es imposible expresar cabalmente, el éxtasis y la conmoción que siente el alma cuando ha sido salvada, diría yo, de la mismísima tumba.

• Y añadió que empezaba a tener esperanzas, e incluso más que esperanzas: la crisis de la infección había pasado y ésta, señaló, se iba. Y las cosas ocurrieron así. El registro de la semana siguiente, la última de septiembre, indicó una disminución de dos mil, por lo menos.

• ¡Qué misteriosos son los caminos por los que obra la providencia en la vida de un hombre!

• Es mejor tener un león a la cabeza de un ejército de ovejas, que una oveja a la cabeza de un ejército de leones.

• Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos.

• Pero... si Dios es más fuerte que el diablo, ¿por qué Dios no mata al diablo y así él no hará más hombres malos?

• Aprendí a considerar más el aspecto brillante de mi situación que lo que me faltaba, y este recurso, a veces, me proporcionó tan inefable consuelo, que apenas puedo expresarlo.

• Esto me causó una gran aflicción y me hizo comprender, aunque demasiado tarde, la estupidez de iniciar un trabajo sin calcular los costos ni juzgar la capacidad para realizarlo.

• Pero a mí nada me entusiasmaba tanto como el mar, y dominado por este deseo, me negaba a acatar la voluntad, las órdenes, más bien, de mi padre y a escuchar las súplicas y ruegos de mi madre y mis amigos. Parecía que hubiese algo de fatalidad en aquella propensión natural que me encaminaba a la vida de sufrimientos y miserias que habría de llevar.

• ¡Oh, qué absurdas resoluciones adoptan los hombres cuando son poseídos por el miedo, que les impide utilizar la razón para su alivio!

• El mejor de los hombres no puede suspender su destino: los buenos mueren temprano y los malos mueren tarde.

• Tenemos unos resortes secretos en el corazón que, movidos por algún objeto, presente o ausente, que se muestra ante nuestra imaginación, impulsan nuestra alma con tanta fuerza hacia ese objeto que su ausencia se vuelve insoportable.

• Allí donde Dios erige una iglesia, el demonio siempre levanta una capilla; y si vas a ver, encontrarás que en la segunda hay más fieles.

• No es pecado engañar al diablo.

• Sin embargo, entre Robinson y el buen salvaje hay grandes diferencias, sobre todo en lo que se refiere a la utilidad de objetos, incluido dinero, procedentes de la civilización.

• Cuando más grande es vuestra gloria, más cerca estáis de vuestra declinación.

• Es muy raro que la Providencia divina nos arroje en una situación tan deplorable o en una miseria tan grande como para que no encontremos algún motivo de gratitud.

• Nunca es demasiado tarde para ser sabio.

• Hoy buscamos lo que mañana rehuiremos. Hoy deseamos lo que mañana nos asustará, e incluso, nos hará temblar de miedo.

• El miedo al peligro es diez mil veces peor que el peligro mismo y el peso de la ansiedad es mayor que el del mal que la provoca.

• Pues las alegrías súbitas, como las penas, al principio desconciertan.

• Tal era mi ferviente deseo de que tan solo un hombre se hubiese salvado: ¡Oh, si tan solo uno se hubiese salvado! Repetía una y mil veces: ¡Oh, si tan solo uno se hubiese salvado!

• El alma está en el cuerpo como un diamante en bruto; y debe ser pulida, o su brillo nunca aparecerá.

• Ningún hombre debería despreciar sus presentimientos ni las advertencias secretas de peligro que a veces recibe.

• No esperes nada y siempre te sorprenderás.

• La necesidad hace de un hombre honrado un pillo.

• Un comerciante honrado es el mejor caballero de la nación.

• Se desató una terrible tempestad y, entonces, empecé a vislumbrar el terror y el asombro en los rostros de los marineros.

• Nunca en mi vida había utilizado una herramienta, más con el tiempo, con trabajo, empeño e ingenio descubrí que no había nada que no pudiera construir, en especial, si tenía herramientas.

• Ahora que debo empezar una melancólica relación de una vida solitaria, de una vida tal que quizá no haya otro ejemplo en el mundo, quiero emprenderla desde el principio y continuarla con orden.

• Mientras más lejos estaba de la causa de mi miedo, más crecían mis aprensiones.

• La justicia siempre es violenta para el ofensor, porque cada hombre es inocente a sus propios ojos.

• La destrucción de sí mismo es el efecto de la cobardía en su grado más extremo.

• Afirman los sabios que es costumbre inglesa no murmurar nunca hasta que llega el momento de pagar.

• La pobreza, como ya he dicho, endurecía mi corazón y mi necesidad me hacía mirar con indiferencia la de los demás.

• La vida de un soldado es la perfecta antítesis de la de un anacoreta, y no sé qué otra cosa pudo inspirarme tan gran repugnancia a partirme de allí si no fue el sentimiento que tuve de ello.

• Así pues, siguió organizando como antes bailes en honor de las damas, y una corrida de toros por seguirles el humor a los caballeros. No hay en España diversión pública más apreciada que ésta.

• Cuando se llega a entender el verdadero sentido de las cosas, el perdón por los pecados es una bendición mayor que la liberación de las aflicciones.

• Muchas veces lo he considerado como una de las costumbres más bárbaras del mundo, considerándonos como un país civilizado y cristiano, que niegan las ventajas de aprender para las mujeres.

• Todos los hombres serían tiranos si pudieran.

• El arte de la guerra, al cual yo considero como la más alta perfección del entendimiento humano.

• Fue así que el rumor se desvaneció y la gente empezó a olvidarlo, como se olvida una cosa que nos incumbe muy poco, y cuya falsedad esperamos.

• Pero yo había nacido para ser mi propio destructor, y no pude resistirme a esa oferta más de lo que pude renunciar, en su día, a mis primeros y fatídicos proyectos, cuando hice caso omiso a los consejos de mi padre.

• La paz interior, el agradecimiento, el amor y el afecto son estados de ánimo mucho más adecuados para rezar que el temor y la confusión.

• En la vida, desear lo mejor, recelar lo peor y aceptar lo que venga.

• Tan razonable como representar un tipo de encarcelamiento por otro diferente, es representar cualquier cosa que realmente existe por otra que no existe.

• Así como la ambición es la raíz de todo mal, la miseria es, a mi juicio, la peor de todas las asechanzas.