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Georg Christoph Lichtenberg

Georg Christoph Lichtenberg fue un científico y escritor alemán nacido el 1 de julio de 1742 en Ober-Ramstadt, Alemania.

Fue el más joven de los 17 hijos de Henriette Catharina y del pastor protestante Johann Conrad Lichtenberg que se convirtió en superintendente de Darmstadt.

Se educó en casa hasta los 10 años antes de ingresar en la escuela latina de Darmstadt. Gracias a una beca anual de 200 gulden, estudió matemáticas, historia natural y astronomía en la Universidad de Gotinga.

Viajó a Inglaterra en 1770 como tutor de dos estudiantes ingleses causando impresión al Rey Jorge III, que lo recomendó para ocupar una plaza de profesor de filosofía.
Como científico fue el primer profesor de física experimental de Alemania. Dirigió misiones astronómicas en Hannover y en Osnabrück. En 1770, obtuvo la plaza de profesor de física, matemáticas y astronomía en la Universidad de Gotinga.

Desde 1764, fue anotando gran cantidad de apuntes, aforismos o ideas que fueron publicadas de forma póstuma desde 1800 a 1806.
Georg Christoph Lichtenberg falleció en Gotinga el 24 de febrero de 1799.

Fuente: buscabiografias.com

Frases y citas de Georg Christoph Lichtenberg (75)

Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen, pierden el respeto.
El amor es ciego, pero el matrimonio le restaura la vista.
Resulta imposible atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la barba.

La inflación es como el pecado; cada gobierno la denuncia, pero cada gobierno la practica.
El ser humano ama la compañía, así sea de una velita encendida.
Los relojes de arena no sólo nos recuerdan la veloz huida del tiempo, sino también el polvo en el que alguna vez nos convertiremos.
La enfermedad es la mayor imperfección del hombre.
Con el ingenio ocurre como con la música: cuanto más se escucha, más fineza se le exige.
No existe un hombre en el mundo que, transformándose en bribón por mil táleros, no hubiera preferido permanecer honrado por la mitad de la cantidad.
Todo no puede funcionar a la perfección en el mundo, pues a los hombres aún hay que gobernarlos con engaños.
Concede a tu espíritu el hábito de la duda, y a tu corazón, el de la tolerancia.
Todos somos un genio al menos una vez al año. Los verdaderos genios simplemente tienen sus ideas brillantes próximas a ello.
Hay gente que cree que todo cuanto se hace poniendo cara seria es razonable.
El orden conduce a todas las virtudes, pero, ¿qué conduce al orden?

Esfuérzate por no estar debajo de tu época.
La ocasión hace al ladrón, pero también a los grandes hombres.

Dios creó al hombre a su imagen significa, probablemente, que el hombre creó a Dios a la suya.
La costumbre es, en muchos casos, mala consejera. Hace que tomemos la injusticia por justicia y el error por verdad.
¡Cuán felices vivirían muchos si se preocuparan menos de las cosas ajenas y más de las propias!
Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.
Nada revela mejor el carácter de los hombres que una burla tomada a mal.
Debería inculcarse profundamente en los jóvenes la conveniencia de reducir sus necesidades, tratando de afirmarlos en este empeño. Es ésta una vieja y desconocida verdad: cuantas menos necesidades, más felices somos.
Quien tiene menos de lo que desea, ha de saber que tiene más de lo que vale.
Los grandes hombres también yerran, y algunos con tanta frecuencia que casi se caería en la tentación de considerarlos pequeños.
Muchos hombres ven más la virtud en el arrepentimiento de los pecados que en el esfuerzo por evitarlos.

La idea de que en el cielo hay una mayor igualdad de clases es lo que, en el fondo, lo hace tan agradable a los ojos de los pobres.
El buen sentido en la juventud es tan raro como el hielo en la primavera.
Cuando ven a un hombre que piensa libremente, los clérigos arman un alboroto similar al de las gallinas que descubren entre sus polluelos a un patito que se lanza al agua. No piensan que algunos viven tan seguros en este elemento como ellos en seco.
El matrimonio, al contrario de la fiebre, comienza con calor y termina con frío.
Intentar modificar el carácter de un hombre es como tratar de enseñar a una oveja a tirar de un carro.
El sabio busca la sabiduría; el tonto la ha encontrado.
Se ahoga más gente en los vasos que en los ríos.
No nos hacemos mejores cuando ocultamos nuestros defectos; antes bien, nuestro valor moral aumenta con la sinceridad con que nos confesamos.

Todos dejamos para más adelante, y todos nos arrepentimos de nuestras dilaciones.
Para la mayoría de la gente, dudar de una cosa es simplemente creer ciegamente en otra.
Un libro es un espejo. Si miramos a un mono, la que aparece no es evidentemente la imagen de un apóstol.

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Aprende Más

Que el hombre sea la criatura más noble del mundo, se puede deducir por el hecho de que ninguna otra criatura lo ha contradicho sobre este punto.
No te dejes contagiar, no des ninguna opinión como tuya antes de ver si se adecúa a ti, mejor opina tú mismo.
Ciertos hombres de mal corazón creen reconciliarse con el cielo cuando dan una limosna.
Los hombres más fastidiosos del mundo son los que tienen más energía que capacidades.
Cuando una beata se casa con un beato, el resultado no es siempre una pareja beatífica.
Un par de docenas de millones de minutos hacen una vida de cuarenta y cinco años y algo más.
Siempre se asigna a la gloria de los hombres más célebres algo de la miopía de sus admiradores.
Amarse a sí mismo al menos tiene una ventaja: no hay muchos rivales.
Lo que siempre me ha gustado en el hombre es que, siendo capaz de construir Louvres, pirámides eternas y basílicas de San Pedro, pueda contemplar fascinado la celdilla de un panal de abejas o la concha de un caracol.
Quien se conoce bien a sí mismo puede conocer muy pronto a los demás hombres. Todo se reduce a un reflejo.
Los santos esculpidos han ejercido en el mundo mucha mayor influencia que los vivos.

No es que los oráculos hayan dejado de hablar, sino que los hombres han dejado de escucharlos.
Antes de censurar, siempre habría que ver si no se puede disculpar.

Vivimos en un mundo en el que un loco hace muchos locos, mientras que un sabio hace pocos sabios.
El amor es un negocio en el que las dos partes salen ganando.
Por lo menos una vez al año todo el mundo es un genio.
Todos nos equivocamos, pero cada cual lo hace a su modo.
Transformar necios en genios, o madera de haya en madera de roble, es, sin duda, tan díficil como convertir el plomo en oro.
Tendemos demasiado a creer que, cuando se tiene algún talento, el trabajo debería resultarnos fácil. ¡Esfuérzate siempre, hombre, si quieres hacer algo grande!
El renombre y el reposo no compaginan.
La mosca que no quiere ser cazada está más segura cuando se posa en el cazamoscas.
Mi hipocondría, a decir verdad, es un talento especial que consiste en esto: saber extraer de cada incidente de la vida, sea cual sea el nombre que lleve, la mayor cantidad de veneno para mi propio uso.
Duda de todo por lo menos una vez, incluso de la proposición de que dos y dos son cuatro.
El grado más alto hasta donde puede elevarse un espíritu mediocre, pero provisto de experiencia, es el talento de descubrir las debilidades de los hombres que valen más que él.
Es muy cierto que gran parte de los hombres que son incapaces de amar tampoco valen mucho para la amistad. Pero también se ve a menudo lo contrario.
Como todas las sustancias corrosivas, el ingenio y el humor han de utilizarse con cautela.
Nada contribuye a la serenidad del alma mejor que no tener ninguna opinión.

Todo el mundo admite que las historias obscenas que uno mismo escribe, distan de tener un efecto tan peligroso como las escritas por otros.
Una nación que quiere agradar a todos, puede ser despreciada por todos.

Quien busque la injusticia no necesitará lámpara.
Con un gran número de trazos desordenados es fácil configurar un paisaje, pero con sonidos desordenados no se compone música alguna.
El sentimiento de la salud se adquiere solamente mediante la enfermedad.
Triste amor es aquel en que los amantes se acuestan por primera vez en la tumba.
Es una lástima, decía un italiano, que no sea un pecado beber agua. ¡Parecería mucho más buena!
Existen muchas personas que leen para no tener que pensar.
El primer paso de la sabiduría es echar la culpa a todo; el último reconciliarse con todo.
Hacer que cada instante de la vida sea lo mejor posible sin importar la mano del destino que nos lo envíe: en eso consiste el arte de vivir.
Tres agudezas y una mentira hacen hoy en día a un escritor.
Una creencia aceptada se convierte en verdad. La ortodoxia de la razón atonta más que cualquier religión.