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Frases célebres
(Charles Baudelaire)

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Charles Baudelaire

Charles Baudelaire

Charles Baudelaire fue un poeta , ensayista, crítico de arte y traductor francés, uno de los más grandes autores franceses del siglo XIX y considerado como una de las figuras claves del simbolismo, así como ejemplo del malditismo y la bohemia.

   Tras la muerte de su padre, su madre contrajo nuevas nupcias con un militar y la educación de Baudelaire se hizo rígida y puritana, algo a lo que el joven autor siempre se resistió. Tras estudiar en varios centros con numerosos problemas de disciplina, Baudelaire comienza estudios de Derecho en París, donde se une a tertulias y grupos literarios.

Es en esta época en la que Baudelaire se inicia en el mundo de las drogas, el alcohol y el sexo, provocando numerosos altercados con su familia hasta que accede a entrar en el cuerpo diplomático, algo que, finalmente, decide no hacer continuando con sus costumbres licenciosas.

   Es la publicación de su obra más conocida, Las flores del mal (1857) el momento en que es acusado en diversos foros de inmoralidad y su fama comienza a extenderse. Pese a las críticas y censuras, Baudelaire ampliaría Las flores del mal y verían la luz otras de sus grandes obras, como Los paraísos artificiales.


En 1864 abandona París cansado de la presión ejercida desde los sectores más rígidos de la sociedad y se establece en Bruselas, donde apenas gana para vivir. Su salud empeora, afectado de sífilis sufre varios ataques que minan su capacidad para el habla. Muerto en París el 31 de agosto de 1867, Baudelaire sería aclamado por generaciones posteriores como uno de los más grandes autores de poesía de todos los tiempos, autor en el que se conjuga el romanticismo con el simbolismo de una manera única, incomprendida en su época, algo que le hizo ganarse, junto con su actitud frente a la vida, el sobrenombre de poeta maldito.

Fuente: lecturalia.com

Frases y citas de Charles Baudelaire (67)

  • Para trabajar basta estar convencido de una cosa: que trabajar es menos aburrido que divertirse.

  • El amor es un crimen que no puede realizarse sin cómplice.

  • La vida es un hospital donde cada enfermo está poseído por el deseo de cambiar de cama.

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  • Las naciones son como ciertas familias; solo a pesar suyo tienen grandes hombres.

  • El genio no es más que la infancia recuperada a voluntad.

  • Al ojo azul venció el negro que mancilla el tenebroso círculo trazado por las penas ¡de Safo la viril, la amante y la poetisa!

  • No renuncies jamás a tus sueños, los cuerdos nada saben del sueño admirable de un loco.

  • Lo maravilloso nos envuelve y nos empapa como la atmósfera; y, sin embargo, no lo vemos.

  • ¡Hombre libre, siempre adorarás el mar!

  • Habéis arrojado vuestra personalidad a los cuatro vientos del cielo, y ahora se os hace difícil recogerla y concentrarla.

  • El mejor remedio contra todos los males es el trabajo.

  • Jamás es excusable ser malvado, pero hay cierto mérito en saber que uno lo es.

  • La fatalidad posee cierta elasticidad que se suele llamar libertad humana.

  • Tu mirada, tu sonrisa, tu pie... Me abren la puerta de un infinito que amo y jamás he conocido...

  • La más hermosa de las jugadas del Diablo es persuadirte de que no existe.

  • ¡Cuántas deudas pagadas contra mi voluntad! Me privaba de todos los beneficios que hubiera podido yo sacar de mi propia locura.

  • Para el niño, amante de mapas y grabados, el universo es igual a su inmenso apetito.

  • El gusano roerá tu piel como un remordimiento.

  • La mujer es fatalmente sugestiva; vive una vida distinta de la propia; vive espiritualmente en las fantasías que frecuenta y fecunda.

  • Una gran sonrisa es un bello rostro de gigante.

  • ¡Ay los vicios humanos! Son ellos los que contienen la prueba de nuestro amor por el infinito.

  • Que procedas del cielo o del infierno, qué importa...

  • El gusto de la concentración productora debe reemplazar, en un hombre ya maduro, al gusto de la distensión.

  • ¿Conoces como yo la amargura sabrosa y haces decir de ti: ¡Qué hombre singular!

  • Yo era como un niño ávido de espectáculos que odia el telón lo mismo que se odian los obstáculos.

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  • Cuando el reloj de arena se empezaba a vaciar crecía mi tortura punzante y deleitosa; mi corazón huía del mundo familiar.

  • Tú me has dado tu barro y yo lo he convertido en oro.

  • La música excava el cielo.

  • El odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente renueva su sed con la bebida.

  • Lo que hay de embriagador en el mal gusto es el placer aristocrático de desagradar.

  • Dios es el único ser que para reinar no tuvo ni siquiera necesidad de existir.

  • El amor puro es un sol cuya intensidad absorbe todas las demás tareas.

  • ¡Asombrosos viajeros! ¡Cuántas historias nobles leemos en vuestros ojos profundos como lar mar!

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  • Mostradnos en los estuches de vuestras ricas memorias esas joyas admirables, hechas de astros y éteres.

  • No busques más mi corazón; las bestias lo han devorado.

  • El más irreprochable de los vicios es hacer el mal por necedad.

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  • ¡Qué grande es el mundo a la luz de las lámparas! ¡Y qué pequeño es a los ojos del recuerdo!

  • En un acto social, cada uno disfruta de los demás.

  • Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de ambos jugadores pierda el gobierno de sí mismo.

  • Es hermosa y más que hermosa: es sorprendente. Lo negro en ella abunda; y es nocturno y profundo cuanto inspira.

  • El veneno del poder enerva al déspota.

  • ¿Cuántas veces habré de sacudir mis cascabeles y besar tu frente ruin, triste caricatura?

  • Todo libertinaje perfecto requiere un ocio perfecto.

  • No se puede olvidar el tiempo más que sirviéndose de él.

  • Para no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriagaos. ¡Embriagaos sin cesar! con vino, poesía o virtud, a vuestra guisa.

  • El dandy debe vivir y morir ante el espejo. Hay que ser sublime sin interrupción.

  • Para conocer la dicha hay que tener el valor de tragársela.

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  • No hay gobierno más razonable y asegurado que el de la aristocracia. La Monarquía o la República, basadas en la democracia son igualmente absurdas y débiles.

  • Las niñas de ojos hundidos, enamoradas de sus cuerpos, acarician los frutos ya maduros de su nubilidad; Lesbos, tierra de noches cálidas y lánguidas.

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  • ¡Yo soy la herida y el cuchillo!

  • La mujer es el ser que proyecta la sombra más grande o la luz más intensa en nuestros sueños.

  • Habría que añadir dos derechos a la lista de derechos del hombre: el derecho al desorden y el derecho a marcharse.

  • Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar.

  • ¿Qué le importa la condena eterna a quien ha encontrado por un segundo lo infinito del goce?

  • Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar al león.

  • Hay que estar siempre ebrio. Nada más: ése es todo el asunto. Para no sentir el horrible peso del tiempo.

  • Hay quienes nunca conocieron su ídolo, y a esos escultores condenados y marcados por el oprobio, que se golpean la frente y el pecho.

  • Es duro oficio el de ser bella mujer.

  • El hombre ha querido soñar y el sueño gobernará al hombre, pero ese sueño será el hijo de su padre.

  • La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza.

  • Lo bello es siempre raro. Lo que no es ligeramente deforme presenta un aspecto inservible.

  • Consentir que nos condecoren es reconocer al Estado o al príncipe el derecho de juzgarnos, ilustrarnos, etc.

  • La soledad es el estado propio del genio y del elegido.

  • El amor se me aparecía como una tutela. ¡Cuántas tonterías evitó que hiciese, con lo que siento no haberlas cometido!

  • ¡Maldita sea la noche de placeres efímeros en que mi vientre concibió mi expiación!

  • El arte es largo y el tiempo es corto.

  • El genio no es sino la infancia claramente formulada, dotada ahora de órganos viriles y potentes para poder expresarse.

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Imágenes

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Residencial Aguamarina - Playa del Norte
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Vista del mar desde la terraza
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Terraza con mesa y sombrilla
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Entrada del apartamento
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Salon con ventanal a la terraza
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Parte del salon, cocina y vista de la terraza
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Vista del salon del apartamento
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Cocina con salida a terraza
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Dormitorio
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Baño con plato de ducha
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Piscina de la comunidad

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