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Amado Nervo

Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo, conocido como Amado Nervo, fue un escritor nacido el 27 de agosto de 1870 en Tepic, Nayarit. Estudio en el Colegio de San Luis Gonzaga, en Jacona, y después ingresó al Seminario de Zamora, en el Estado de Michoacán.
Inició su carrera periodística en El Correo de la tarde de Mazatlán, labor que compaginaba con el trabajo en un despacho de abogados.

En 1894 se trasladó a Ciudad de México. Colaboró en la revista Azul de Manuel Gutiérrez Nájera y se relacionó con los principales colaboradores mexicanos. Formó parte de la redacción de El Universal, El Nacional y El Mundo.
Su fama se inició con la publicación de su novela El bachiller en 1896 y de sus libros de poesía Perlas negras y Místicas en 1898.
En 1900 viajó a París, enviado como corresponsal del periódico El Imparcial a la Exposición Universal. En París conoció a su gran amor Ana Cecilia Luisa Daillez, con la que vivió diez años y cuya prematura muerte en 1912 le inspiraría los poemas de La Amada Inmóvil, publicado póstumamente en 1922.

Hacia 1905 ingresó en la carrera diplomática como secretario de la embajada de México en Madrid. En 1914 la Revolución interrumpió el servicio diplomático y se impuso su cese. Regresó en 1918 y volvió a ser reconocido como diplomático, por lo que poco después fue enviado como ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay. Llegó a Buenos Aires en marzo y murió en Montevideo, el 24 de mayo de 1919, a los 48 años.

Fuente: escritores.org

Frases y citas de Amado Nervo (61)

Si una espina me hiere, me aparto de la espina pero no la aborrezco.
El miedo es más injusto que la ira.
El signo más evidente de que se ha encontrado la verdad es la paz interior.

Las almas superiores no tienen miedo más que de una cosa: de cometer una injusticia.
El hombre, desde que nace hasta que muere, es una máquina de romper juguetes.
La condición por excelencia de la felicidad es no pensar en ella.
¡La belleza sólo es, pues, espejismo!
La ausencia es un ingrediente que le devuelve al amor el gusto que la costumbre le hizo perder.
Siempre somos dignos de recibir los bienes en los cuales creemos firmemente.
Todas las cosas llegan, le hacen a uno daño y se van.
¿Quién no sabe que en México seguimos al pie de la letra el precepto bíblico de alabar a los muertos? A los vivos los elogiamos cuando pueden darnos algo.
Si eres orgulloso conviene que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos. El cuerpo no es más que un medio de volverse temporalmente visible. Todo nacimiento es una aparición.
¿Por qué aguardas con impaciencia las cosas? Si son inútiles para tu vida, inútil es también aguardarlas. Si son necesarias, ellas vendrán y vendrán a tiempo.
El que quiere, perdona más.

Muchas veces, en muchos casos, es una gran piedad no dar esperanzas.
Lo que nos hace sufrir nunca es una tontería, puesto que nos hace sufrir.

La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar, aún aquellos que nada poseen en el mundo.
No es aventurado esperarlo todo.
Yo he vivido porque he soñado mucho.
La vida es como un arca inmensa llena de posibilidades.
Si vivir sólo es soñar, hagamos el bien soñando.
Si nunca has tenido un gran éxito, no sabes lo que vales; el éxito es la piedra de toque de los caracteres.
Tuve miedo de amar con locura, de abrir mis heridas, que suelen sangrar, ¡y no obstante toda mi sed de ternura, cerrando los ojos, la dejé pasar!
Oír con paciencia es a veces mayor caridad que dar. Muchos infelices se van más encantados de la atención con que escuchamos el relato de sus penas, que de nuestro óbolo.
Resígnate a no haber podido hacer una cosa, más nunca a no haberlo intentado, si vale la pena de intentarlo.

La felicidad es como las neblinas: Cuando estamos dentro de ellas no las vemos.
El corazón conoce razones que la razón desconoce.
La mayor parte de los fracasos nos viene por querer adelantar la hora de los éxitos.
Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas. No te preocupes de la finalidad de tu amor.
Siempre que haya un vacío en tu vida, llénalo de amor.
La verdadera grandeza, no necesita la humillación del resto.
La vida es un relámpago entre dos largas noches.
Te odio con el odio de la ilusión marchita.

El día es de los hombres; mas la noche, de los dioses, decían los antiguos.
La fortuna es como la policía: siempre llega tarde.
Si tú me dices: ¡Ven!, lo dejo todo.

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Aprende Más

La cordura y el genio son novios, pero jamás han podido casarse.
Yo defino el temor: una autosugestión más o menos voluntaria de inferioridad.
Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta aquellos que creas más exteriores y materiales.
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino.
Esperanza, nodriza de los tristes.
Vale más errar creyendo, que errar dudando.
No os fiéis de quienes dicen que no creen en nada; o son unos pobres de espíritu, o seres incapaces de una sola noble acción.
La gente cortesana suele ser dura con sus inferiores, porque instintivamente ejerce represalias de las humillaciones perpetuas a que se ve sometida en los palacios.
El amor es física, el matrimonio química.
El alma es un vaso que solo se llena con eternidad.
El amor verdadero hace milagros, porque él mismo es ya el mayor milagro.

Quienes piden lógica a la vida se olvidan de que es un sueño. Los sueños no tienen lógica. Esperemos a despertar.
Y hay más amor en mi duda que en tu tibia afirmación.

La libertad suele ir vestida de harapos; pero aun así, es muy bella, más bella que todas las libreas de oro y plata.
La conciencia del ridículo suele ser más molesta que la conciencia del pecado.
El proverbio persa dijo: no hieras a una mujer ni con el pétalo de una rosa; más yo te digo: no la hieras ni con el pensamiento.
El miedo no es más que un deseo al revés.
La tristeza es un don del cielo, el pesimismo es una enfermedad del espíritu.
Si no te quieren como tú quieres que te quieran, ¿qué importa que te quieran?
Hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de cada día. La paz sin la cual el pan es amargo.
Desciende al nivel de tu interlocutor, para no humillarle o desorientarle.
Todo hombre es como un cheque en blanco firmado por Dios. Nosotros mismos escribimos en él la cifra de su valor con nuestro merecimiento.
La caridad de los ricos no es más que una forma de remordimiento.
En los ojos de una bella hay más de un misterio; hay dos: el dulce misterio de ella y el gran misterio de Dios.
Dime amigo: ¿La vida es triste o soy triste yo?